¿Las incineradoras de residuos que se presentan como solución, no son tambien, en sí mismo, un problema?

Tengo un libro escrito sobre esto, «Insisto, soy verde. Una alternativa a la incineración de residuos en Gipuzkoa «, publicado por Ezker Batua y ahora colgado en Internet por el grupo Hernani Zero Zabor. En la primera parte intenté desmontar el famoso PIGRUG por el lado de los argumentos. A continuación recoge cuatro anexos: uno habla de la importancia de las sustancias orgánicas fermentables, el segundo analiza la recogida selectiva de este orgánico, que es lo que están haciendo ustedes ahora, el tercero analiza la biodigestión para hacer gas, y el cuarto explica qué es la incineración, por conceptos físicos y químicos.

Los residuos orgánicos son los únicos que se pueden quemar. En los orgánicos los fermentables están presentes en la naturaleza, ya sean animales o vegetales. Estos se pueden descomponer en componentes más simples, por acción de bacterias, actinomicetos, etc. Por el otro lado están los que no son fermentables, como todos los derivados del petróleo. Se pueden incinerar los del petróleo, pero no se puede hacer compost con ellos.

Podemos convertir estos restos de alimentos en compost y retornar a la naturaleza, eso sería completar el ciclo de reciclaje de las materias orgánicas. Ese es el residuo más importante. Si a la tierra le hemos quitado plantas, maderas y otras materias vegetales y animales, y no le devolvemos los restos convertidos en compost, entonces estamos empobreciendo el suelo. Esto conlleva problemas de erosión. El principal problema ecológico que tiene España es la pérdida de suelo por la erosión. De media en nuestros suelos, el contenido de materia orgánica está por debajo del 1%, cuando debería estar al menos en un 3%. Este tema tiene prioridad. ¿Por qué no se hace? Porque no genera negocio, porque el terreno no expresa queja. En cambio, el negocio está en el uso de los residuos de otras formas

¿Por qué se incineran los residuos?

Quemar plásticos y otros orgánicos sintéticos es oxidarse, como es compostar. Los residuos se concentran en grandes construcciones, se utilizan grandes camiones para ello, además de lo que tienen los residuos necesitan más energía para incinerar. Ese es el modelo industrial. En los hornos hay mucho que investigar, ya sea para fundición de metales, altos hornos, fábricas de cemento… y esa tecnología de hornos se quiere vender a todos los que se pueda.

En 1978 publiqué un artículo en la revista «el Ecologista» preguntando qué pasa con los muertos en este país, que hasta ahora han sido enterrados, convirtiéndose en compost. En Madrid el ayuntamiento instaló el primer crematorio, que incineraba gratuitamente los cadáveres para cambiar la cultura tradicional de miles de años, para que la gente aceptara por reeducación, por tecnología: crematorios maravillosos, con bonitas salas de estar… Nuevo, tecnológico… incineración de un cadáver, tanatorio y demás parafernalia, te costará unos 3.000 euros. ¿Qué nos ha pasado para perder 3.000 años de hábito de enterramiento en 30 años? Ahora pagamos por quemar el cadáver con toda la contaminación que genera. Queremos extender lo tecnológico, lo industrial y lo avanzado a todos los ámbitos. Quema, incineración, quieren aplicarla en todo para amortizar las instalaciones.

Volviendo a los residuos, hoy en día la incineración no es la más cara, el plasma es aún más carísimo, más avanzado en tecnología. Los que lo venden dicen que no produce contaminación. Siempre una instalación industrial más moderna supera los inconvenientes de la anterior. Dicen que no tendrá ninguna dificultad.

Lamentablemente, o afortunadamente, según por dónde lo miremos, lo que ha ocurrido en Japón [se refiere al grave accidente de la central nuclear de Fukushima Daiichi] ha demostrado que, a pesar de que en el mundo se consideraba Japón como uno de los más perfectos en el control y gestión de la industria, la central nuclear es un enorme retroceso tecnológico, ya que construye sobre la tierra un peligroso foco de radiactividad, creando un ambiente respirable en este planeta que nos remite a 4.000 millones de años. «Estaba controlado»… sí, estaba controlado hasta que se perdió el control. Resultará muy llamativo el de Fukushima, que muchos no creerían tan fácilmente que por ser nuevo, por ser de última generación, no repetiría los errores del pasado. No me imagino lo que habría pasado si hubiera sucedido en España aquellos terremotos y tsunamis, quizá no estaríamos hoy aquí.

Por lo tanto, lo que tenemos que preguntar es qué es lo que nos quieren vender.

¿Y qué es?

Nos quieren vender el sistema de incineración  más caro que existe hasta ahora, dejando a un lado el plasma, que es aún más carísimo. Responde a la lógica de la concentración de capital y la gestión centralizada. Una planta de incineración por provincia, si fuera posible cuatro grandes en todo el país, rodeadas de grandes autopistas, para llevar a incinerar los residuos en los grandes camiones.

No es sólo un problema de aquí. Hace veinte años que en Argentina un médico de Córdoba me decía que el 40% del presupuesto del Ayuntamiento se lo llevaban la recogida y el tratamiento de residuos. Si habéis visto la película «Gomorra», todo se mueve sobre la corrupción que existe en torno al tratamiento de los residuos. Los residuos se concentran y se aplican sobre ellos las tecnologías más costosas porque se pagan con dinero público, en base al tremendo desconocimiento que hay entre la ciudadanía sobre este asunto.

Está calculado que, en la época en que la Unión Europea estaba formada por 17 países, cada europeo consumía 50.000 kilos de recursos naturales al año. De los recursos que consumimos transformamos en residuos el 87-93%, que van al aire, al agua o al suelo. En las sociedades industriales el ser humano es un ser que convierte los recursos en residuos. Por eso, el mundo de la gestión de residuos es gigantesco. Pero está oculto, no nos interesa, en las Universidades no hay Facultad de Residuos. Si nos visitara un antropólogo de otros planetas, el informe de retorno diría que el ser humano está especializado en transformar recursos limitados en residuos. Ahí es donde tenemos que situar la incineración, el plasma y demás.

La incineración, y en general la gestión de los residuos, utiliza enormes cantidades de dinero público. La planta de incineración Zabalgarbi, en Bizkaia, además de los millones de euros que se tragó en la construcción, acaba de sacar a concurso un edificio adicional para secar el residuo orgánico que le llega; por lo demás consume más energía que la que generará al quemarse si pierde el agua que contiene. Sacyr-Vallermoso ha ganado la competencia al construir una planta de pre-tratamiento no prevista en 200 millones de euros. Esos 200 millones no estaban previstos en los cálculos iniciales.

Hablando de incineración de residuos, siempre se cuentan los euros en cientos de millones…

Es verdad. ¿Por qué? Porque hay tratamiento de residuos en manos de la industria más potente de este país, de la industria del ladrillo. Estas mismas empresas que han hormigonado España de vivienda recogen los residuos y tratan las aguas. Ellos tienen camiones, conocen el negocio, quieren grandes instalaciones para mover esos camiones. Al principio querían vertederos gigantescos. Luego las grandes plantas de incineración. O plantas de biogás gigantescas, que no funcionan o que funcionan terriblemente mal, como la de Tudela, o las dos de Madrid, cuyos gastos iniciales se doblaron y aún no han empezado a funcionar. Nadie sabe estas cosas.

Eso sí, en las fachadas de las casas no se puede tender la ropa lavada, hay que extenderlas hacia el patio, la parte delantera sería fea por las bragas, por las sábanas. Se ven. Pero lo que no se ve… Madrid tiene hectáreas y hectáreas, vertederos, depósitos de escombros… están separados de las carreteras, no los queremos a la vista.

La potente industria del ladrillo, que adquiere enormes concesiones, fragmentando presupuestos para no dar un aspecto tan duro, el desconocimiento de la gente… sobre ellos están organizadas las plantas de incineración.

¿Qué es, por lo tanto, una planta de incineración? Una gran cantidad de calor produce la quema de materiales limitados, algunos ecológicamente necesarios para devolver a la tierra los restos de alimentos y similares, otros reciclables, plásticos y otros..

¿Qué es un horno de la planta de incineración? Cuando empecé a trabajar como experto a petición del tribunal madrileño, empecé a estudiar el proyecto de la incineradora madrileña, primero de Dragados y luego de Fomento. 14-15 volúmenes leídos, terminados y en ningún momento se explicaban los datos que yo necesitaba: diseño y funcionamiento del horno, previsiones de emisiones, etc. No se veían en absoluto. Hoy en día es bastante habitual en las grandes obras públicas, el proyecto es magnífico pero no se definen los apartados que se pueden remodelar progresivamente.

A la jornada de Usurbil te han invitado a hablar de la incineradora de Madrid. Más concretamente, sobre el control y descontrol de aquella incineradora.

Greenpeace, Ecologistas en Acción y Comisiones Obreras pidieron en 1996 al fiscal de Medio Ambiente de la Audiencia de Madrid que investigara la actividad de la incineradora de Valdemingómez que aún estaba en pruebas, hasta que se demostrara que sus emisiones no eran perjudiciales para la salud humana. El fiscal designó cuatro peritos: una doctora madrileña del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) para la toma de muestras de dioxinas y furanos; el doctor Rodríguez Farre, uno de los más conocedores de la influencia de las dioxinas y furanos en la salud humana en Europa, del CSIC de Barcelona; un profesor del instituto politécnico de Sarriá y yo mismo como experto en compostaje y reciclaje. Aquello terminó mal, el tribunal no permitió al fiscal el cierre cautelar.

Sin embargo, antes de transcurrido un año, cuando la incineradora estaba en funcionamiento, la Comunidad de Madrid realizó un estudio paralelo al que realizaba el Ayuntamiento. A pesar de haber solicitado 16 análisis, al fiscal sólo le pasó uno: había superado en un 1.400% el nivel máximo permitido en dioxinas y furanos. El máximo estaba establecido en 0,1 nanogramos por metro cúbico de aire. El fiscal me llamó de nuevo para que fuera  perito judicial experto en dioxinas y furanos. No me había especializado en eso, pero ninguno de los otros expertos llamados por el fiscal lo admitía, porque si lo aceptaban ya no trabajarían más en el sector. Y al final lo acepté yo.

Tuve mucha suerte. Siempre hay gente honrada que te va a pasar la información que ha visto en el trabajo pero que no se conozca su nombre. Estuve ocho años en ello, yo escribí un papel, el sector respondió con otro, etc. Al final, el fiscal consiguió que aceptara la causa el Juzgado 35 de Madrid. Que el Tribunal admitiera una causa penal «por contamimación grave y perjuicio para la salud y el medio ambiente». ¿Por qué dioxinas y furanos?

Quien sepa algo de química sabe que cualquier sustancia orgánica fermentable está formada por glucosa más otros componentes. Las carnes contienen nitrógeno, fósforo, potasio… Los vegetales contienen sodio, potasio, etc. En la naturaleza no hay nada hecho a base de glucosa pura, salvo la miel de las abejas. Por lo tanto, si quemamos materia orgánica pura, nos saldrá CO2, agua perfumada, calor… más los accesorios que lleva. Pero además, si lo que quemamos tiene componentes que no se pueden quemar, como metales pesados, cromo, cadmio, mercurio, etc. o si hay cloro junto con materias orgánicas… tenemos mucho cloro a nuestro alrededor, no sólo en el famoso PVC, sino también en la sal de los alimentos. Se dice que no necesitamos cloro para vivir, la sal es un añadido (otra cosa es que más de uno piense que si vivimos sin sal, es mejor morir). Este cloro, cuando se incineran residuos orgánicos, tiende a producir las dioxinas y furanos famosos.

Aclare un poco la cuestión de esos contaminantes.

De la chimenea de la incineradora salen muchas cosas, como el cromo, el mercurio, etc., porque la basura tiene muchas cosas aparte de los  residuos orgánicos. Pero la Organización Mundial de la Salud dice que las  dioxinas y los furanos son los elementos sintéticos más perjudiciales para la salud que ha creado el ser humano. Además, no sirven para nada. Por eso en el año 2000 en Estocolmo 51 países firmaron un tratado para reducir y eliminar dioxinas y furanos. España firmó en 2001 y se comprometió a elaborar un inventario de los mayores generadores de dioxinas y furanos: fábricas de cemento, metalurgia, fábricas de papel, así como crematorios de cadáveres y plantas de incineración de residuos urbanos.

Ahí se decidió que la máxima admisible en dioxinas y furanos es 0,1 nanogramos por metro cúbico. Sale un nanogramo de dividir un gramo en mil millones. 0,1 nanogramos es un gramo dividido en diez mil millones.

En el análisis realizado por la Comunidad de Madrid, como he dicho, se observó que la incineradora de Valdemingómez superaba ese tope en un 1.400%. Yo entendí que no podía ser una casualidad de un solo día. Podría haber sido consecuencia de una mala gestión o de la incineración de residuos con más cloro que el declarado.

El análisis de dioxinas y furanos en aire es uno de los más caros entre los análisis químicos. Un único análisis cuesta entre 2.000-2.500 euros. Cuando empecé  el peritaje sólo había una institución en España autorizada para ello, el Laboratorio del CSIC de Barcelona, que hoy son dos, que pueden hacerlo, el Instituto Politécnicos de Sarriá. Pero el proceso es más complejo. Hay unas seis empresas autorizadas para tomar aire por la chimenea de la incineradora. La incineradora debe tener un registro a una altura que permita a los técnicos llegar hasta ella desde una escalera. Las normas UNE (Una Norma Española) en España regulan la toma de muestras, su análisis, etc.

En el informe que yo preparé para la juez analizé los errores observados en los análisis de la Comunidad de Madrid, que uno de los técnicos no firmaba, que en el otro no se mencionaba tal punto, etc., pequeños errores de forma. Pero, en cambio, en los análisis realizados por el Ayuntamiento [en los que aseguraba que todo funcionaba bien] no había ninguna referencia al cumplimiento de las normas UNE, no había datos de la empresa que tomó las muestras, no se explicaba quién actuó, cuántas horas… sólo había resultados del laboratorio.

¿Qué pasaba? Que los análisis del Ayuntamiento de Madrid siempre daban cifras inferiores a 0,1 nanogramos, con una media de 0,05 nanogramos, la mitad del límite de máximo. Pero además, viendo lo que me había pasado cuando fui perito por primera vez, esta segunda vez acudí al servicio Seprona de la Guardia Civil. El fiscal me presentó al comandante y esos guardias civiles se pasaron una mañana conmigo conociendo las interioridades de la planta incineradora. Días después, estos guardias se desplazaron por su cuenta para realizar labores policiales, donde demostraron una mala gestión de la incineradora. Su información fue terrible. Era evidente que aquel horno de TIR Madrid era bueno pero mal gestionado.

Sin embargo, habiendo tomado el caso una señora juez, en su auto no dijo ni una palabra de las que yo había escrito sobre los análisis del Ayuntamiento de Madrid, ni una sola palabra de los informes de la Guardia Civil. Por ejemplo, éstos vieron errores en la manipulación del carbón activo por parte del personal de la incineradora. Esto es muy importante. En la incineración, como ya he dicho, el cloro produce dioxinas y furanos. Los actuales hornos modernos disponen de una doble cámara de combustión para que las dioxinas y furanos que se han formado en la primera, pasen al menos dos segundos por encima de los 850ºC en la segunda, destruyéndose así la mayoría de los furanos y dioxinas. Luego salen por la chimenea y vuelven en parte a recuperarse  porque se adsorben  por el carbón activo para que se reduzca su emisión a la atmósfera. Por eso hay que controlar y dosificar bien el carbón activo de forma estricta. El informe de la Guardia Civil era más sonoro: «¿cuántas veces y cómo cambias el carbón activo?», preguntaban al empleado de allí, «bueno, paso de vez en cuando y le doy unos golpes a la caja, porque a veces el carbón activo se atasca» y así,

Como le he dicho, ese informe no fue tenido en cuenta por la juez, como tampoco lo fueron los informes del Ayuntamiento en los que no se explicaba qué empresa y cómo tomó las muestras. En cambio, la juez dio importancia a los errores formales que yo había puesto de manifiesto en el análisis de la Comunidad. Y archivó el caso. Quien lea el acta debe pensar que Alfonso del Val ha hecho tal defensa de las informaciones ofrecidas por el Ayuntamiento de Madrid que finalmente el juez le ha hecho caso, y que la incineradora del TIR-Madrid está trabajando maravillosamente.

¿Para qué crees que nos sirve esa experiencia a los guipuzcoanos, concretamente a los que vivimos en los pueblos de la zona de Zubieta?

Por un lado, deberían solicitar los análisis de inmisiones ahora mismo. Cosas diferentes son las emisiones, que salen por la chimenea y las inmisiones, que interiorizamos con la respiración. El hombre respira 12-13 veces por minuto. Los elementos más peligrosos están en el aire porque no los notamos. Imagínate, al analizar las dioxinas y furanos en el laboratorio se utiliza como unidad el picogramo, que resulta de  dividir un gramo entre un billón. Divides el picogramo por mil y te saldrá el nanogramo. Dioxinas  y  furanos no huelen, no tienen color, no se pueden ver, no se pueden detectar si no es con técnicas de laboratorio.

Esas dioxinas y furanos están dentro de la «sopa» contaminante que respiramos hoy en día, que hay de todo en el aire. Para cuidar la salud debemos cuidar primero lo que nos entra por la nariz, porque la contaminación por el aire entra mucho más fácilmente que la existente en el suelo o en el agua. Por lo tanto, ustedes tienen que conseguir los análisis de inmisión de la contaminación que hoy tragan, para compararlos con los datos que den cuando la incineradora esté en marcha. En caso contrario, argumentarán que ya existían dioxinas, furanos, mercurio, cadmio y otros contaminantes, que se detectarán una vez puesta en marcha la incineradora, ya que pueden ser vertidos por otras industrias.

Por otro lado, seleccionar bien la empresa que va a tomar las muestras. El laboratorio de Barcelona es serio, es de fiar. En cambio, no hay que fiarse tanto de las empresas que toman muestras. No voy a dar pistas aquí, pero he visto los faxes enviados desde la empresa TIR Madrid a quien tiene que tomar las muestras … El que tiene que tomar las muestras no tiene que aceptar que le ordenen que venga, a qué hora, a qué horno. Se puede falsear el control mediante el rastreo del horno en parada de mantenimiento o la  quema del gasoil.

 ¿Quema de gasoil ?

Sí. En mi trabajo me di cuenta de que la planta de incineración de Madrid estaba meses enteros quemando gasoil. De hecho, la electricidad que se genera quemando residuos se considera energía renovable, que recibe una prima, y si no tienes suficientes residuos para quemar, te conviene seguir la producción con el gasóleo, ya que si no te comprometes a producir tantos Kilowatios al año, sufrirás una penalización. Si sólo quema gasoil durante todo el mes… eso, por supuesto, no va a producir los mismos contaminantes que quemar los residuos.

La Diputación o quien haya promovido la incineración debe costear un control adecuado por parte del experto independiente, que permita la selección, seguimiento y análisis de las pruebas de laboratorio de la empresa receptora de las muestras. Esto daría cierta seguridad a la gente de alrededor. Los de aquí, digo. Porque éste es un campo muy doloroso. El que investigó dioxinas y furanos producidos por las fábricas de cemento, por ejemplo, ha quedado hoy fuera de ese asunto y apartado. Podemos  ver los crematorios de cadáveres, que ni siquiera tienen ventanas para tomar muestras. Es un campo abandonado.

Con dioxinas y furanos no quiero asustar a nadie, pero al principio se vio que eran cancerígenos, luego teratogénicos, y ahora se admite que una madre puede pasarle al feto la alteración genética que lleva dentro causando esta alteración también a su descendiente. Por eso está decidido que estos son los productos más peligrosos que el ser humano ha sintetizado (OMS). Al analizar la planta de incineración, cada uno de nosotros tiene que decidir a qué le dá más importancia: uno destacará  la pérdida de materias primas; otro dará importancia a la economía al elegir un sistema tan caro cuando se puede encontrar más barato; el otro incidirá en el contrasentido ecológico, en el desperdicio de materia orgánica tan importante para el suelo; a otro le interesará la organización casi mafiosa en torno a los residuos, en torno a las empresas de construcción, capaz de cualquier corrupción.